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Transformar juicios en discernimiento


Uno de los mantras que más se repiten en los cursos y manuales de crecimiento personal es que no debemos juzgar. El problema es que nuestro cerebro ha sido creado para juzgar. En primer lugar, por una cuestión de supervivencia y evolución, la capacidad de evaluar rápidamente las situaciones y tomar decisiones ha sido esencial para la supervivencia de la especie humana. Por ejemplo, la evaluación rápida de una situación como peligrosa o segura contribuyó a la supervivencia de nuestros antepasados. En segundo lugar, como ha demostrado la física cuántica, no existe una realidad objetiva allá afuera que sea igual para todos, sino más bien tantas realidades individuales como seres humanos. Según la PNL, por ejemplo, el cerebro humano no registra pasivamente la realidad, sino que construye activamente la percepción sobre la base de la información sensorial disponible y de las experiencias pasadas. Este proceso de construcción puede llevar a juicios influenciados por filtros cognitivos, emociones y patrones mentales.

Como si esto no fuera suficiente, el juicio de la realidad a menudo está influenciado por las interacciones sociales. Los seres humanos somos criaturas sociales, y la evaluación de los demás y de las situaciones sociales es fundamental para nuestra vida social. Esto puede llevar a juicios basados en normas culturales, valores personales y expectativas sociales. Además, todos somos víctimas, conscientes o no, de los sesgos cognitivos, que son distorsiones sistemáticas en la percepción o interpretación de la información (por ejemplo, según el sesgo de confirmación, interpretamos, recordamos o buscamos información de manera selectiva, para confirmar nuestras creencias o expectativas preexistentes).

Entonces, la próxima vez que alguien te pida que NO JUZGUES, haz que lea el inicio de este artículo, y quizás comprenderá que su solicitud es JUZGADORA, ya que se basa en su percepción parcial de la realidad y no en datos objetivos respaldados por la realidad.


Dicho esto: ¿qué hacemos, cerramos todos los cursos de crecimiento personal? No, por supuesto, no es necesario. Existe una solución para todo, y este problema aparentemente complicado no es una excepción. Quienes realmente emprenden un camino de crecimiento y evolución aprenden que las personas juzgan porque no pueden evitar hacerlo.

Dicho de otra manera, cada juicio oculta una intención positiva, en el sentido de que ese juicio es útil para preservar la visión de la realidad de la persona que lo genera. De alguna manera, le permite mantener su equilibrio y permanecer en su zona de confort, que es la base de su supervivencia. El juicio, por lo tanto, no debe ser menospreciado, sino comprendido.

Cuando te encuentres con una persona que juzga, pregúntate:

  • ¿Por qué lo está haciendo?

  • ¿Qué sucedería si no lo hiciera?

  • ¿Cómo puedo responder a esta intención positiva en lugar de a su juicio?


Una persona que trabaja en sí misma hace exactamente esto y, al hacerlo, descubre que la facultad de juzgar puede ser entrenada para convertirse en algo más: el discernimiento. ¿Cuál es la diferencia? El juicio siempre implica una evaluación personal que siempre está condicionada por cuestiones morales, sociales o personales. El discernimiento está orientado a comprender las situaciones y se esfuerza por ver las sutilezas y comprender las complejidades sin necesariamente emitir juicios morales.

¿Cómo saber si estás juzgando o estás practicando la noble arte del discernimiento? Es muy simple, siempre juzgas porque percibes una molestia con respecto a la realidad que estás observando. Cuando te esfuerzas por discernir, hay un estado de observación desapegado, que se limita a informar los hechos tal como los estás percibiendo.


Hagamos un ejemplo práctico:

Escenario:

Imagina que conoces a una persona nueva en el trabajo. Esta persona tiene un estilo de vestir y un lenguaje corporal que podrían considerarse no conformes a los estándares tradicionales de la oficina.

Juicio:

Si estás juzgando, podrías pensar: "Esta persona viste de manera extraña, no se adapta a nuestro entorno de trabajo. Debe ser poco profesional y tal vez no tenga la actitud adecuada para este trabajo."

Discernimiento:

Si estás discerniendo, podrías pensar: "Esta persona tiene un estilo de vestir y un lenguaje corporal únicos que podrían diferir de los demás en la oficina. Es importante no sacar conclusiones apresuradas basadas solo en la apariencia. Podría ser interesante entender mejor su perspectiva y competencia profesional antes de hacer evaluaciones."

En el primer caso, el juicio podría llevar a una evaluación negativa basada en criterios personales o sociales, mientras que en el segundo caso, el discernimiento sugiere una predisposición a entender mejor a la persona antes de emitir juicios definitivos. El discernimiento busca comprender la situación de manera más objetiva y abierta, sin necesariamente condenar basándose solo en aspectos superficiales.


Si te das cuenta de que no puedes dejar de juzgar y te gustaría cambiar tu situación, asistir a un curso de crecimiento personal dirigido por profesionales preparados puede ser la mejor solución, ya que serás guiado gradualmente en un viaje de conciencia sobre tus límites y tus potencialidades. Descubrirás así qué juzgas y cómo puedes aprender a ir más allá para tener una vida más satisfactoria.


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