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Crecer es descender

James Hillman



¿Qué es el alma? En esta era extremadamente materialista que estamos viviendo, la psique simplemente se entiende como la mente. Las neurociencias, cada vez más desarrolladas, nos hablan de la mente, pero su límite coincide con los límites físicos del sistema nervioso y el cerebro. No hay nada más allá de lo que no se pueda estudiar con un microscopio.

Sin embargo, en la antigua Grecia, la palabra "psyché" significaba alma, es decir, la parte inmaterial del ser humano que no puede ser limitada por contornos físicos, sino que es más bien la esencia eterna que se encarna eligiendo nuevos envoltorios físicos.


En apoyo de esta idea, la mitología griega nos ha proporcionado varios relatos, como el mito platónico de Er, según el cual nuestra alma, antes de llegar a la tierra, elige cuál será su propósito en el mundo. Para llevarlo a cabo, se le asignará un daimon (una especie de ángel custodio), que tendrá la tarea de guiarla y dirigirla hacia lo que será su vocación. Para los antiguos griegos, el daimon era una figura de conexión entre lo humano y lo divino.


El alma que se encarna olvida esta fase de su existencia inmaterial, y es por eso que el daimon es una figura tan importante. Este ser continuará susurrando en los oídos del alma de la persona para instarla a seguir hacia el cumplimiento de su destino. En este contexto, el destino es una palabra que usamos para referirnos a la "forma" que el alma ha elegido antes de nacer. Los estímulos externos, la familia y la cultura en la que el niño se encuentra inmerso, servirán como estímulo para entender si sus acciones son conformes o no a su vocación.


Este hermoso mito nos habla de que nuestra vida es una imagen que hemos elegido y nos hemos prometido crear a lo largo del tiempo en la materia. En este sentido, somos co-creadores de la realidad, portadores de una singularidad que nadie más encarna y que solo requiere de nosotros para su plena expresión en esta Tierra.


El psicólogo James Hillman, autor de la destacada obra "El código del alma", retoma el mito platónico de Er para estimular a los lectores a despertar su alma. Sin duda, todos tenemos una componente genética y ambiental que nos influye constantemente, pero según Hillman, no es casualidad que hayamos nacido en una familia específica y que nos hayan tocado esos padres en particular. El alma ha elegido el mejor contexto para la expresión de sus cualidades intrínsecas y el desarrollo de sus potencialidades. Hillman llama a esta idea la teoría de la bellota: la imagen de la bellota, aunque pequeña, contiene en sí la totalidad perfectamente definida del roble. Todos somos pequeñas bellotas esperando transformarnos en robles.

Algunos lo logran y otros se distraen con los destinos de otras personas más que con los propios.


La psicología tradicional enfatiza cómo los estímulos externos contribuyen a crear la personalidad, dando una importancia capital a la influencia de los padres. Hillman define esta tendencia como "superstición parental", en el sentido de que, al final del día, aunque los padres puedan obstaculizar, muchas veces inconscientemente, el desarrollo de sus hijos, siempre es el individuo quien es responsable de realizar su destino y llevar a cabo la transformación necesaria para cumplir su misión. Claro, algunas situaciones de vida lo ayudan y otras lo obstaculizan, pero es precisamente esta dinámica la que sostiene la materialidad, permitiendo que el alma se fortalezca y adquiera nuevas cualidades.


Como centro de crecimiento personal, Cocrea coloca en primer lugar la componente humana y animica de las personas a las que tenemos el placer de encontrar y ayudar con nuestros caminos. Las técnicas son importantes porque son las herramientas que la personalidad comprende mejor para poder cambiar. Sin embargo, estas técnicas siempre deben estar disponibles para el alma, que tiene la última palabra sobre si le servirán o no para realizarse.


¿Cómo saber si estamos cerca o lejos de nuestro propio alma?

El alma se siente, no se piensa. Es una sensación que inicialmente se localiza en una parte específica del cuerpo y, a medida que crecemos en el mundo, crece con nosotros. Las cosas suceden sin esfuerzo, soy puesto a prueba pero puedo enfrentar cada desafío, me siento conectado con lo que vivo y con las personas que encuentro.


Un trabajo adecuado en uno mismo siempre va en la dirección de realizar su vocación, cuidando sus traumas si impiden una conexión profunda consigo mismo, pero sin detenerse demasiado. No es necesario y no nos lleva a ninguna parte, a pesar de lo que dicen algunos psicólogos y profesionales holísticos.

Una verdadera terapia del ser o terapia del alma siempre se enfoca en ayudar al individuo a conocer su forma sin forma para espiritualizar la materia y materializar el espíritu.


Riccardo Cantone

Cbba. 30. 12. 2023


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Seguramente todos nos hemos hecho esta pregunta: ¿por qué conocí a esa persona en mi vida? ¿Cuál es el significado de este encuentro? Bueno, sobre este tema les traigo el estudio realizado por el conocido investigador estadounidense Greg Braden sobre los 7 espejos esenios. El tema es muy interesante porque nos muestra cómo las relaciones que experimentamos todos los días siempre reflejan una verdad más profunda sobre nuestra presencia en esta realidad material.


Los antiguos esenios quizás identificaron mejor que nadie el papel de las relaciones humanas, logrando dividirlas en 7 categorías: 7 misterios correspondientes a los diferentes tipos de relaciones que cada ser humano experimentaría a lo largo de su vida. Los esenios los llamaron "espejos" y nos recuerdan que en cada momento de nuestra vida nuestra realidad interior se refleja en las acciones, elecciones y lenguaje de quienes nos rodean.


El primer espejo esenio funciona así: las relaciones reflejan las emociones, conscientes o inconscientes, que estamos experimentando en el presente. Si estoy lidiando con una persona enojada o asustada, podría ser que me esté reflejando lo que estoy experimentando en ese momento. Lo mismo se aplica a las emociones positivas, así que si estoy con una persona alegre y gozosa, es porque es compatible con la vibración que estoy emitiendo.

A un nivel inicial, nos relacionamos con personas que emiten nuestro mismo tipo de energía. Piensa: ¿quienes son las personas que conoces que reflejan tus emociones?


El segundo espejo esenio, de las relaciones humanas, tiene una calidad similar a la anterior pero es un poco más sutil. En lugar de reflejar lo que somos, refleja lo que juzgamos en el momento presente. Si estamos rodeados de personas cuyos patrones de comportamiento nos provocan frustración o desatan nuestra ira o aversión, y percibimos que esos patrones no son nuestros en ese momento, entonces pregúntate: ¿Me están mostrando a mí mismo en el presente? Si puedes responder honestamente con un no, hay una buena probabilidad de que te estén mostrando lo que estás juzgando en el momento presente. La ira, la aversión o la alegría que estás juzgando.

A un segundo nivel, nos relacionamos con las personas que juzgamos. Piensa: ¿hay algo que simplemente no soportas en las personas y resulta que siempre te encuentras con ellas?


El tercer espejo esenio de las relaciones humanas es uno de los espejos más fáciles de reconocer, porque lo percibimos cada vez que estamos en presencia de otra persona, cuando la miramos a los ojos, y en ese momento algo mágico sucede. En presencia de esta persona, que quizás ni siquiera conocemos, sentimos como una descarga eléctrica, tal vez incluso la piel de gallina en la nuca o en los brazos. ¿Qué acaba de suceder en ese instante? A través de la sabiduría del tercer espejo, se nos pide que admitamos la posibilidad de que, en nuestra inocencia, renunciamos a grandes partes de nosotros mismos para poder sobrevivir a las experiencias de la vida. Pueden perderse sin que nos demos cuenta, o tal vez las perdemos conscientemente, o aún nos las quitan aquellos que tienen poder sobre nosotros. A veces, cuando estamos en presencia de una persona que encarna precisamente las cosas que hemos perdido y que estamos buscando para recuperar nuestra integridad, nuestros cuerpos expresan una respuesta fisiológica mediante la cual nos damos cuenta de que sentimos una atracción magnética hacia esa persona.

A un tercer nivel, nos relacionamos con aquellos que encarnan algo que hemos perdido. Si te encuentras en presencia de alguien y, por alguna razón inexplicable, sientes la necesidad de pasar tiempo con esa persona, pregúntate: ¿qué tiene esta persona que yo he perdido, cedido o me han quitado?


El cuarto espejo tiene más que ver con las personas que perdemos y no con aquellas con las que nos relacionamos. Si tenemos una dependencia, una compulsión, una obsesión, algo a lo que nos entregamos cuerpo y alma de manera insana e insostenible, es muy probable que gradualmente las personas más importantes para nosotros se alejen progresivamente. Estas personas también representan nuestra integridad, que gradualmente se desmorona. Típicamente, una personalidad con rasgos narcisistas sacrifica todo en el altar de su propio ego. También sucede con personas muy orgullosas, en lugar de admitir que se han equivocado, se quedan solas y abandonadas.

A un cuarto nivel, la calidad y la cantidad de nuestras relaciones reflejan la libertad que tenemos de posibles dependencias. Piensa: ¿cuáles son los hábitos y comportamientos que me alejan de las personas que tienen un impacto positivo en mí?


El quinto espejo refleja esta verdad: los juicios, las expectativas, los pensamientos que tenemos hacia nuestros padres reflejan cómo nos relacionamos con figuras que representan una autoridad específica o papel y, en última instancia, también a Dios, la Pachamama y el Universo. Si estamos frustrados, resentidos, enojados, sumisos, esclavos, rebeldes o simplemente sentimos un sentido de superioridad hacia quienes nos crearon, tenemos un problema: la vida nos presentará una serie de situaciones repetitivas en las que nuestro ego será puesto a prueba. Dado que no nos sentimos parte del Uno, sentiremos con todo nuestro ser el sentido de separación de la vida. Nuestras relaciones se estancarán a un nivel de dependencia en el cual solo daremos si sentimos que estamos recibiendo algo. Esta planitud nos impedirá expresar nuestra creatividad y cumplir la misión para la cual vinimos al mundo.

A un quinto nivel, nuestras relaciones reflejan la capacidad de actuar como adultos y cuánto hemos sido capaces de perdonar a nuestros padres por sus errores. Piensa: ¿cómo te relacionas con los demás? ¿Como un niño caprichoso, un niño obediente, un padre severo, un padre complaciente o un adulto maduro y equilibrado?


El sexto espejo tiene que ver con esta premisa: lo que nos hacen las personas refleja nuestra capacidad para enfrentar un desafío específico. Si es cierto que todos podemos aprender algo de todos, hay una categoría especial de personas que representan una prueba iniciática. Una traición, una pérdida, una humillación, una injusticia. Un verdugo es la herramienta que el Universo ha enviado para que la víctima pueda atravesar su "noche oscura" del alma personal y depender solo de sí misma, resistiendo las tentaciones de la depresión o la locura. Naturalmente, no nos sucede nada que no podamos enfrentar, y por lo tanto, este espejo particular es, a veces, la única forma que tenemos de comprender algo sobre nosotros mismos. Si la mecanicidad de la existencia y la inconsciencia de nuestra vida nos han arrastrado a un abismo, es muy probable que el Universo tenga reservada para nosotros una terapia de choque.

A un sexto nivel, nuestras relaciones reflejan las pruebas que debemos superar para adquirir un nuevo nivel de conciencia. Piensa: ¿qué lección me está enseñando esta persona? ¿De qué verdad profunda he tomado conciencia gracias a la experiencia traumática con esta persona?


El séptimo y último espejo, finalmente, nos brinda una información muy importante: las relaciones son un reflejo de los juicios que tenemos hacia nosotros mismos. Muy a menudo, encuentro a algunas personas porque confirman inconscientemente que no soy bueno, que podría haberse hecho mejor, que él es mejor. Esto es muy frustrante porque en lugar de disfrutar de los demás, los utilizo como un término de comparación constante para todo lo que hago, con el consiguiente sentido de impotencia e incapacidad. Este espejo mide, por lo tanto, mi capacidad de aceptarme a mí mismo y, por lo tanto, la realidad y lo que me sucede. Si tomo conciencia de este nivel, me doy cuenta de que cada persona posee algo único e irrepetible y es una manifestación original de la creatividad del universo.

A un séptimo nivel, las relaciones reflejan la riqueza y versatilidad de la dimensión humana, que no se comprende verdaderamente hasta que el ser humano abre su corazón y se acepta a sí mismo por lo que es. Piensa: ¿qué hay de único en la persona con la que estás hablando? ¿Qué hay de único en ti y que nunca se repetirá en el Universo?



Este texto contiene fragmentos extraídos de la videoconferencia de Greg Braden "Caminando entre mundos"

Riccardo Cantone

Cochabamba, diciembre 2023

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Se acerca el fin del año y es momento de hacer balance, reflexionando sobre lo que nos ha dado el 2023. Algunos han tenido un buen año, lleno de experiencias positivas y momentos inolvidables: viajes, un nuevo trabajo, un amor inesperado. Otros han enfrentado desafíos, tomando decisiones difíciles para ellos y sus familias, incluso despidiendo a seres queridos.


El cierre de un año es simbólicamente importante, nos impulsa a pensar cómo cerrar un ciclo y establecer objetivos para el año nuevo. En este contexto, es útil hacerse algunas preguntas.


¿Hay algo que estoy dejando pendiente? En caso afirmativo, ¿cómo puedo resolverlo lo antes posible? ¿Hay algo que no me deja dormir por las noches? En caso afirmativo, ¿qué acciones concretas puedo tomar para recuperar mi tranquilidad? ¿Cuáles son mis prioridades para el 2024? ¿Cómo reaccionaré ante lo inesperado?


Responder estas preguntas da dirección a nuestra mente, calmando el tumulto de pensamientos. La mente a menudo divaga superficialmente sin proporcionar respuestas convincentes. Librar la mente permite conectarnos con el corazón, abrirnos a la impermanencia de la vida y apreciar la belleza del mundo.


Un corazón abierto nos permite experimentar emociones elevadas como la alegría, la compasión y la GRATITUD. Reflexionar sobre el año pasado y considerar que todo era inevitable puede indicar que se vive en piloto automático.


No darse cuenta de que habitar una realidad multidimensional en medio del universo es un auténtico milagro significa que el corazón está cerrado o adormecido. El fin de año puede ser una oportunidad para enfrentar los propios demonios, dejar de considerarse víctimas y decidir curar los propios traumas.


Tomar esta decisión puede llevar a percibirse de manera diferente, conectándose con una extraña sensación, ya sea ardor o frescura, a la altura del corazón. Y tal vez, con lágrimas en los ojos, empezarán a darse cuenta de la fortuna de vivir en estos tiempos.


¿Quieren discutir estos temas con otras personas? El próximo martes 19 de diciembre, de 19 a 21, nos reuniremos para un asesoramiento grupal titulado "¿Qué me regaló el 2023?". ¡Les esperamos!



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