En la vida, puedo alcanzar todo lo que deseo. Lo visualizo en detalle: mi villa con la piscina, el auto de lujo, los viajes a hoteles de 5 estrellas, y se materializará.
Según la filosofía "new age" de la ley de la
, el poder es querer. Libros como "El Secreto" han ganado seguidores alimentando el mito del pensamiento positivo. Sin embargo, es una lástima que los autores de este enfoque a menudo pasen por alto un detalle no insignificante: no atraes lo que quieres, sino lo que eres. Esta afirmación cambia completamente la forma en que funciona la realidad.
La física cuántica nos enseña que el observador influye en la realidad. Por lo tanto, es innegable que si logras o no un deseo específico depende de tu actitud y estado de ánimo.
El problema es que la mayoría de las personas se engañan en un punto: pueden saber lo que quieren, pero no saben quiénes son, es decir, cuáles son las corrientes psicológicas y emocionales subyacentes que los gobiernan. Esto también explica por qué a menudo ocurren cosas en la vida que no deseamos en absoluto, y que preferiríamos evitar. El punto es que, de manera inconsciente, es decir, con esa parte de nuestra mente que no conocemos, las atraemos.
Tomemos un ejemplo: tal vez hayas tenido una pelea con alguien y lo último que querrías sería encontrarte con esa persona en el supermercado. Sin embargo, sales de casa, vas de compras y ¡boom!, ahí está, en contra de tu voluntad. ¿Qué haces normalmente? En lugar de enfrentar las consecuencias de un encuentro, aunque desagradable, finges no verla o te escapas. La emoción desagradable, ya sea enojo, tristeza, malestar o algo más, permanece. Guardas esa emoción dentro de ti y continúas tu día como si nada hubiera sucedido. Quieres estar en paz. Vas a la caja y, por casualidad, la cajera comete un error al darte el cambio, ella lo niega y ¡boom!, comienzas una discusión. La ira que habías ocultado bajo la alfombra de tu mente sale a la primera oportunidad.
Volviendo a nuestra ley de la atracción. Alguien en este punto podría pensar: ¿estás diciendo que si me conociera a mí mismo, podría lograr todo lo que deseo? Lo siento, querida lectora, pero también en este caso debo decirte que no es así. Conocerse a uno mismo es una práctica que conduce a un desencanto progresivo pero inevitable que nos hace aceptar placenteramente todo lo que la vida nos presenta. Claro, todavía tenemos aspiraciones, pero el ser ha reemplazado al querer como el núcleo de nuestra vida. Llegados a este punto, y no es en absoluto sencillo, atraemos todo lo que es mejor para nuestra evolución y la de las personas que nos rodean, lo cual a menudo no coincide con el último modelo de Ferrari. Esto puede parecer poco atractivo, pero también debemos decir que a cambio ganamos en serenidad y paz interior. Y eso no tiene precio.